Recientemente conocí un restaurante que me encantó y no quiero dejar de recomendaros. Se trata de Verdura y Brasa, el proyecto más personal y emocional de Grupo Oter. Este restaurante, que nace de una comida que congregaba a la familia Oter en torno a la mesa en su pueblo natal, en la provincia de Guadalajara, supone la vuelta a los inicios, a la ilusión con la que Don Gerardo, creador del grupo, comenzaba su carrera hace ya 45 años.
Con una oferta gastronómica que apuesta por la vuelta al origen, este restaurante propone dar a la verdura y las hortalizas frescas el protagonismo que se merecen, reivindicando el inmenso valor en la cocina del producto procedente de la tierra.
Situado en la madrileña calle Espronceda, este espacio ha sido diseñado por Carlos Mayoral, de Pentadiseño, quien ha apostado por una estética e interiorismo que evocan a los tradicionales mercados de abastos.
Las texturas, las maderas, los tonos verdes y los motivos florales predominan en un local que cuenta con tres ambientes diferenciados para adaptarse a cada momento de consumo: su zona de bar, con vistas a la parrilla, barra y mesas altas para encuentros rápidos e informales.
Lo cierto es que antes de conocerlo pensaba que era complicado sorprender con unas verduras bien hechas, y ¡cuál fue mi sorpresa al descubrir que son verdaderos maestros a la hora de cocinarla!
Además de proponer en su carta una gran variedad de verduras y hortalizas frescas, también cuentan pescados frescos de nuestras costas, cortes de carne de primera calidad y diferentes tipos de arroces.
La temporalidad y origen son los pilares claves en este proyecto, que cuenta con un huerto propio que sirve como fuente de producto fresco de calidad para su autoconsumo. También trabaja con proveedores de su confianza, como la Huerta de Carabaña, la Cooperativa La Sazón o los Tomates Paso Doble, que completan su despensa.
Nosotros comenzamos con una deliciosa crema de setas de temporada de aperitivo.
Nos fascinaron las gambas rojas salteadas al ajo-guindilla. Hay que probarlas sí o sí.
De segundo optamos por probar la merluza de pincho. Espectacular.
De postre probamos el coulant de chocolate con helado de dulce de leche, que me encantó, y el soufflé de queso con coulís de frambuesa.
Me quedé con ganas de probar muchos platos así que, ¡volveré!
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