Seguramente muchas habremos oído a nuestras abuelas decir que hay que lavarse la cara con agua fría para mantenerse joven. No les faltaba razón, además es otro de los trucos para cerrar el poro y la uniformidad de la tez pero, lo cierto es que la suciedad se elimina mejor con agua caliente.
Pero no por eso hay que utilizar agua completamente caliente en el rostro, puesto que tampoco resulta beneficiosa. Una temperatura de aproximadamente 30ºC es la ideal para limpiar en profundidad, al mismo tiempo que mantendremos equilibrados los niveles de nuestra piel para que se mantenga saludable.
Pero no por eso hay que utilizar agua completamente caliente en el rostro, puesto que tampoco resulta beneficiosa. Una temperatura de aproximadamente 30ºC es la ideal para limpiar en profundidad, al mismo tiempo que mantendremos equilibrados los niveles de nuestra piel para que se mantenga saludable.
¿Qué pasa cuando usamos agua fría? “Lo primero y más evidente es que no conseguiremos eliminar toda la suciedad, ya que el agua fría la endurecerá y hará más difícil que se desprenda del tejido”, explica Estefanía Nieto desde Omorovicza, y añade que “el único efecto que puede parecer positivo del agua fría es la contracción del rostro, pero en pieles sensibles con capilares dilatados los contraerá y puede provocar que incluso se rompan”. De hecho, continúa “en pieles acneicas puede dar sensación de alivio del dolor, pero cuando la piel vuelve a su temperatura habitual en pocos minutos, la vasoconstricción se convierte en vasodilatación por el cambio de temperatura, produciendo una mayor segregación de sebo”.
¿Por qué no agua caliente? Porque produciremos la vasodilatación de la que hablábamos anteriormente , y eliminaremos aceites naturales y nutrientes que nuestra piel necesita para una salud óptima, produciendo una posible deshidratación e incluso la aparición de hipersensibilidad por haber perdido su barrera protectora.
La temperatura ideal son unos 30ºC, para limpiar en profundidad sin desequilibrar los niveles óptimos de nutrientes que mantienen nuestra piel saludable, evitando cambios bruscos de temperatura que, al contrario de favorecerla, le producen estrés y pérdida de equilibrio.
Además de tener en cuenta la temperatura, es fundamental utilizar un buen producto limpiador. Os recomiendo tres que he estado utilizando últimamente:
Para las pieles grasas, congestionadas o más propensas a granitos, lo mejor es optar por limpiadores a base de arcillas, como Moor Cream Cleanzer, de la firma de lujo Omorovicza, a base de lodos húngaros que se han ido sedimentando a lo largo de miles de años. El Moor Mud es famoso por sus propiedades purificantes y cicatrizantes¬, rico en óxido de zinc, que reduce el tamaño de los poros y actúa como antiinflamatorio. Está combinado con una cuidada combinación de aceites de lavanda, alcanfor y eucalipto. Un mix de arcillas con aceites antisépticos y una textura híbrida entre bálsamo y mascarilla tremendamente atractiva.
Al aplicarlo sobre la piel húmeda no hace espuma, lo que puede dar la sensación de no estar cumpliendo su función. Lo cierto es que cuando se aclara deja la piel impoluta. Sin duda merece la pena probarlo.
Evercalm gel de REN, es un gel limpiador, como su propio nombre indica, pero más ligero de lo habitual. Es perfecto para pieles sensibles, ya que las calma sin irritación, tirantez o molestias. Su fórmula contiene Beta-glucano de levadura, que repara a la piel para ser menos reactiva y acelera su recuperación; oligosacáridos prebióticos de levadura, que fortalecen las bacterias saludables de la piel; y bisabolol de flor de neroli y manzanilla, que purifican y reducen la sensibilidad de la piel.
Perfectly Clean, de Estée Lauder, es un formato de limpiador con una textura muy agradable en crema que se convierte en espuma en contacto con el agua. Combina ingredientes botánicos y minerales para una limpieza profunda y suave. Además, se puede utilizar como una mascarilla purificadora dejándolo actuar durante 3 minutos sobre la piel.
No hay comentarios
Publicar un comentario