Si quieres degustar el auténtico sabor de la genuina street food de Shanghai y los sabores de la cocina milenaria china, este rincón con aires renovados pero fiel a sus raíces, y con productos de primera calidad, te conquistará como lo ha hecho conmigo. Os hablo del restaurante Shanghai Mama (Infanta Mercedes, 62. Madrid. Tel. 91 041 87 28).
Fiel a la gastronomía china de hoy y siempre, este enclave ya de referencia en la capital desde hace casi 30 años, gracias a su predecesor el restaurante China Crown, se ha convertido, sin dejar de lado su estela, en un nuevo foco de vanguardia, diseño, cultura y modernidad de los sabores más auténticos de China.
Todo esto además bajo el mismo mando de la elegantísima empresaria María Li Bao (a la que tuve la suerte y el placer de conocer, y con la que pude charlar en español -lo habla perfecto-), esta vez en calidad de asesora, que exporta ahora, desde su residencia actual en Shanghai, las últimas tendencias de la metrópoli.
Li Bao ha querido evitar las tan de moda fusiones para especializarse en los orígenes de su cocina milenaria para ser uno de los ya pocos chinos –a secas- de la capital. Gracias a que gran parte del equipo es asiático, y son fieles a las técnicas culinarias y recetas originales, lo que aporta a cada plato ese sabor auténtico de las calles de la ciudad sin descuidar la presentación que, como veis en las imágenes, es espectacular.
En cuanto al espacio, está decorado de forma casual, recreando un ambiente vanguardista-oriental en que predomina la madera y los tonos verdes en las sillas, los azulejos que enmarcan la espectacular cocina vista con el equipo a pleno rendimiento dentro, y la vegetación que adorna el restaurante, simulando un bosque a modo de fresco.
También hay otros elementos modernos que rompen con la estética en ciertos rincones, como una bicicleta y un cartel de neón haciendo homenaje al Shanghái más callejero. Sin duda un espacio que aúna la esencia china con un toque de moderno de lo más acogedor.
Ya entrando en materia os contaré lo que probamos. Para comenzar empezamos con sus espectaculares dumplings con masa casera, que se elaboran a diario de manera artesanal. Me gustaron muchísimo, en especial los rellenos de carne y trufa negra. Es obligatorio probarlos. Son de 10.
Otra de sus especialidades es el Pato Shanghai mama crujiente en salsa de almendras, con un sabor agridulce perfectamente equilibrado realmente espectacular.
Otro plato que hay que probar sí o sí es el delicioso Ku Bak crujiente acompañado de pollo y mariscos con huevo de pita pinta, que se termina en mesa con soplete. ¡Un espectáculo a la par que sabrosísismo!
Las Gyozas de Sichuan con aceite rojo picante me encantaron, la verdad es que no picaban mucho, lo que agradecí la verdad.
Otro plato mandatory es la okra en salsa semidulce de soja y ajo, una verdura deliciosa que traen directamente de China, tal y como me comentó Li Bao (ya que aquí no existe) que convencerá tanto a los que no son muy de verduras, como a los amantes de lo verde, como es mi caso.
También cuentan con postres con ingredientes para todos los gustos: chocolate, queso, fruta… Yo probé la piña glaseada con helado de coco, que estaba realmente bueno. La piña se presenta caliente y el contraste con el helado estaba delicioso.
Terminamos con una infusión de jazmín y jengibre con miel. Aquí veis la presentación, para la que creo que sobran las palabras. ¿Su sabor? Una experiencia que os invito a probar… ¿El precio medio? Unos 25 € (confieso que se me hace la boca agua mientras escribo). Sin duda volveré.
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