La duda más pasional de Loewe

Para los que ya conocéis, usáis y adoráis el aroma Quizás, Quizás, Quizás, de Loewe, os traigo una fantástica noticia: vuelve, pero en su versión más sensual… se trata de Quizás, Quizás, Quizás Pasión.

Para los que no lo sepáis el nombre de la fragancia original está inspirado en el famoso cha–cha–cha “Quizás, Quizás, Quizás” de Osvaldo Farrés (Cuba 1947), y refleja la duda que la mujer arroja sobre la historia: la posibilidad. En ella se divierte, desafía, apuesta y actúa frente al hombre, mostrando la pasión contenida en el juego de la seducción.


Este aroma, refleja ese sentimiento más que nunca…Un cruce casual de miradas, unos atractivos ojos desconocidos, empieza el juego de la seducción. Él (Mariusz Smolinski) sostiene el sugerente desafío que ella (Elena Sudakova) ha convertido en un intenso juego en el que decide el destino a ritmo de la canción “Quizás, Quizás, Quizás” reinterpretada en un sensual y pasional tango.


Esta nueva esencia, marcada por intensas notas florales que perduran, permite viajar por los sentidos y recrear la pasión contenida en el más puro juego de la seducción. Sus notas parten de una salida fresca de mandarina asiática, bergamota y baya roja, pasan por un corazón floral de magnolia, fresia y flor de naranjo que finalizan con un fondo amaderado de vetiver, madera de cashmere y ámbar dorado, que fijan la atracción magnética, irrefrenable, que finalmente persiste. Me encanta las notas de frutos rojos que le aportan un toque efímero dulce y sensual al mismo tiempo. Me ha fascinado tanto que será uno de los aromas que estarán en mi tocador este otoño.



El diseño del frasco me ha encantado. Está marcado por tonalidades rojas y doradas, más pasional imposible. Dos soplos de pintura roja en cada lado convierten al frasco en un objeto cargado de energía, que rebosa magia y atracción. Los dos golpes recuerdan a los dos desconocidos que, a través de un cristal, se buscan y se quieren tocar, y que, vistos al trasluz, se fusionan en un solo color, aún más intenso. Un objeto de deseo sublime solo apto para los más apasionados y sibaritas.