Con la llegada del verano el Grupo Le Cocó nos ha sorprendido estrenando un nuevo enclave gastrónomico al que auguro un gran éxito: Giulietta, el nuevo restaurante italiano situado en la zona de Conde de Orgaz (Plaza de Manuel Rodrigo, 7), con una propuesta muy similar al de su predecesor, Fellina, del que ya os hablé aquí.
Si como yo eres un enamorad@ de la de la cucina tradizionale italiana, tienes que conocerlo sí o sí. Su atmósfera te transporta de inmediato a La Bella Italia, a su aire fresco, repleto de tradición y donde se respira el Mediterráneo en estado puro.
Su exquisita, cuidada y preciosa puesta en escena es mérito de la interiorista Marta Banús (que también decoró Le Cocó y El Columpio). Marta ha conseguido representar la esencia de La Toscana con detalles como el verde pistacho, la transparencia y la luz; los bodegones gigantes con peperoncino, aglio e pomodoro secco; calabazas, mazorcas de maíz, naranjas y limones; lavanda, tomillo y girasoles, y vitrinas decoradas con pasta multicolor, hierbas aromáticas y aceite de oliva. ¡Sublime!
A todo esto le acompaña un mobiliario delicioso: madera rústica, sillas y butacas multicolor, platos de loza y servilletas de cuadros verdes sin mantel, terraza al aire libre con porche y una pequeña plaza con jardín.
Giulietta mantiene el mismo concepto de Fellina: una trattoria a la que se va a mangiare bene e contundente, con una carta 100% italiana con producto fresco, pastas y pizzas caseras en todas sus versiones (se mantienen los platos que han triunfado en Fellina, como los Spaghetti alla Carbonara Originale siguiendo la receta auténtica romana y preparados en mesa, la Melanzane Parmigiana o la Pizza Napoletana Fritta); pastas rellenas (Fazzoletto ripieno di Zucca, Biscotto Amaretto e Parmigano o Raviolo Nero Ripieno di Baccalá con Salsa Verde e Bottarga); platos de cuchara (Risotto Nero con Calamari e Polipetti o con Burrata e Salsiccia), y postres artesanales (imprescindibles el Tiramisú, el Fagottino alla Nutella y la Pannacotta al Cioccolato), con opciones igualmente apetecibles para niños, vegetarianos y celiacos.
Y ya entrando en materia, tras degustar un poco de parmesano con mortadela (que me chifla), comenzamos la cena con unos entrantes: Vitello tonnato, unas finas lonchas de ternera acompañadas de alcaparras y una salsa de pescado deliciosa que crea un contraste muy especial, y un carpaccio de pez espada ahumado. Ambos deliciosos y bastante ligeros, sin duda dos grandes recomendaciones de Esteban Arnaiz, uno de los dueños de Giulietta y gran experto en gastronomía.
Aunque mi inclinación natural fue el de pedir su exquisitas pizzas fritas (más que recomendables, por cierto), en esta ocasión optamos por probar el Risotto de burrata y salchicha, que estaba buenísimo. He probado muchísimos risottos y os aseguro que este está de 10. Creo que en mi próxima visita probaré el risotto negro con calamares y pulpitos, que promete bastante.
También probamos la pizza al horno con huevos de codorniz y trufa ¡Una delicia!
Terminamos con dos postres espectaculares: Fagottino alla Nutella, un saquito de Nutella que estoy desenado volver a saborear (es un pecado no pedirlo) y Babá al rum, un clásico de la pastelería napolitana para chuparse los dedos.
Sin duda es un restaurante en el que no es nada difícil sumergirse en un instante en Italia. Además, su exquisito servicio, su deliciosa carta, sus precios razonables y su decoración de ensueño me han conquistado por completo y solo sueño con volver.
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